22 abr 2009

Van gohg

 














En esta carta hacía un resumen despiadado de su existencia. Estaba seguro de una sola cosa: «He de seguir el camino, que he emprendido; si no hago nada, si no estudio, si no busco, estoy perdido !Pobre de mi entonces!»
Ni siguiera estaba seguro de la meta perseguida con esta búsqueda, y menos aún de si alguna vez iba a alcanzar la meta de la que tenía una vaga idea. Solamente podía tener esperanzas. Escribió : « No cuento con ello . Quizá no ocurra nunca, pero si se presentara un cambio para mejor, lo consideraría como una victoria, me alegraría poder decir: ¡Al fin! Había algo detrás de todo ...».
Era una singular visión del futuro. Nadie, salvo su hermano, hubiera comprendido estas palabras. Pero Theo sabía que era un hombre pasional y se dejó convencer de que tal plenitud de pasiones tendría que dar su fruto algún día. Por lo demás, Vicent decía abiertamente que " era un holgazán" pero un holgazán especial .
« Existen holgazanes por indolencia y debilidad de carácter, por bajeza de naturaleza. Si piensas en esas cosas de mí, puedes considerarme como uno de esos. Pero existen otros holgazanes, el que lo es contra de su voluntad, que se consume en su interior, por el vehemente deseo de una actividad, que no hace nada porque le resulta imposible hacerlo, porque vive prisionero de algo, porque no tiene lo que necesita para ser productivo y porque así lo ha dispuesto su infortunio; un hombre así, algunas veces no sabe ni él mismo que puede hacer, pero siente instintivamente : ¡No obstante, sirvo para algo,tengo derecho a la existencia! Sé que podría ser un hombre totalmente distinto. Pero, ¿ en qué podría ser útil, para qué podría servir ? Tengo algo detro de mí... pero ,¿qué?» .
Este es un holgazán completamente distinto. Si quieres, puedes considerarme uno de éstos.
« Un pájaro en su jaula sabe muy bien , en primavera, que hay más para lo cual sirve, sabe muy bien que hay algo que hacer, pero no puede. ¿Que és? No puede recordarlo muy bien. Le vienen entonces vagas ideas y se dice: " Los otros construyen nidos, tienen pajaritos y crían nidada", entonces, se da cabezazos contra los barrotes de la jaula, pero la jaula sigue ahí y el pájaro está loco de dolor. "Mirad qué holgazán - dice otro pájaro que pasa volando es como un jubilado". Pero el prisionero sigue vivo y no muere; nada de lo que pasa en su interior puede apreciarse exteriormente; está bien de salud y cuando luce el sol se siente más o menos alegre.
Entonce viene el tiempo de las aves migratorias . Una depresión. "Pero tiene todo lo que necesita" dicen los niños que le cuidan en su jaula. Más él ve el cielo tormentoso, y en su interior siente " Estoy en la jaula, estoy en la jaula y nada me falta...¡Tontos! !Tengo todo lo necesario! Pero por dios, necesito la libertad, ser un pájaro como los demás...!
Van Gohg

12 abr 2009

Establishment

Establishment Explorar desde la estética periclitada de la mesa de ping-pong, eso es lo que hay que hacer en verano sobre las siete de la tarde. La vieja mesa está cambada, abombada y sucia, pero te lo pasas bien y te exageras a ti mismo haciendo énfasis en lo bueno que eres golpeando la bola, haciendo efectos y mateando, te dices ser algo durante el partido, das cuenta de tus victorias y remontadas épicas, pero no dices gran cosa de lo otro. El partido acaba y bebes agua. Has jugado bien, o no tanto. Has sentido cosas, como atascamiento de la progresión de tu juego, lo que te ha hecho jugar con poca seguridad, es posible que tu juego te haya aburrido, pero no pasa nada, el otro tenía peor día y le has aplastado. Ambos contrincantes bebemos agua en la cocina, pero tú vuelves a la terraza, al campo de batalla donde disfrutas matando las tardes. Hay un aire como de decadencia, pero de tipo dulce, como en La Habana, y miras las amplias vistas de la cuidad. El sol se agacha ya. Sobre la mesa de la terraza descansa un teclado Casio modelo CTK-50 y aprietas las teclas jugando, le das al power off y pones las melodías más molonas que se incluyen en la memoria. Están: cumpleaños feliz, la cucaracha, para Elisa, etc.… Ya lo dominas un poco más y lo enchufas a los enormes altavoces que tu imaginación quiere ver, son mas grandes de los que tu inventiva imaginaba pero no los vas a devolver. Ahora llevas el pelo hacia atrás, gafas modernas, una chaqueta de plata con un pantalón negro de látex. –musilina- http://www.youtube.com/watch?v=VXa9tXcMhXQ Tocas algo suave, le añades efectos electro mágicos repetitivos con frases en otros idiomas, que suenan con voces robóticas como “ein recht bestchrÄnkter Eingensinn” (una testarudez verdaderamente limitada, obtusa…) una es en francés y la dice una voz femenina que susurra sensualmente al oído de todos, laissez faire! Repite una y otra vez, otra dice, “melodie ist das sinnlichen leben der Poesie” (“la melodía es la vida sensual de la poesía”). Las frases suenan como un sermón para trabajar la cohesión de grupo, eso siempre te gustó. Ya tienes dos espectadores, una es la señora del edificio de enfrente que al oír la música se asomó bien preparada con un cojín para poder apoyarse y disfrutar cómodamente desde la ventana; el otro es un chico de otro edificio que pasaba por el balcón y al verte tan maqueado se quedó encadenado al ritmo de la música y a las emergentes pantallas de technicolor que mostraban secuencias de todo un poco, bien servidas, bien rápidas. Ya tenías el foco encendido sobre tí y el humo te rodeaba, las ventanas estaban llenas de gente que miraba hipnotizada al láser y se perdía en los acordes del teclado. En el suelo algo te distrajo por un momento de tu música, era una pelota de celuloide como todas las pelotas de ping-pong, la miraste y con tu mirada láser la prendiste un poco y ardió rápido, soltando un humo de color, que vino seguido por un espasmódico aplauso de una masa que estaba atónita ante tanta calidad. La siguiente parte del espectáculo se centró en la fortaleza de los robots y la tecnología como un salvoconducto espiritual para raza humana, rezaba la letra. En las pantallas se podía ver la siguiente inscripción: El que no está conmigo está contra mí y el que conmigo no recoge derrama. (Lucas 11:23) La gente salía en colas ordenadas a la calle siguiendo tu impronta, así se lo pedía la música, y se arrojaban al mar tranquilamente como si fueran lemming. Bienaventurados los que escuchen tu música: porque ellos serán llamados hijos de Dios. Se podían ver enormes colas de gentes que surgían de todas partes de la urbe marchando ordenadamente, rumbo a donde termina el mar. ¡Grandioso! Ya había tantos cadáveres en la orilla que las nuevas oleadas de elegidos tenían que caminar mar adentro como cuarenta metros para poder morir en tranquilidad. Pasó que pasara un señor por el paseo marítimo y viera todo aquello y se dijera para si mismo que nunca había visto la playa tan hasta los topes como hoy, mientras se unía a una de las muchas filas que cerca de él había. Seguías tocando buena electro música religiosa un poco más machacona y rápida. Ahora ya no había nadie en las ventanas pues todos se habían ido al sacro encuentro del mar y su muerte, pero podías aún desde tu plataforma de gran líder ver el cojín de la señora. El teclado Casio funcionaba extremadamente bien. Miles de personas, miles todos juntos en fila. Ahora le pedías a la masa informe que construyera una escalera mecánica de doscientos metros para que subieran ordenadamente y se tiraran por un acantilado desde ésta. El teclado estaba caliente y tus manos estaban enmudecidas, te dolían. Te prestaste presto para tocar al revés pues la orgía no había llegado a su fin, ahora pedías que se levantaran del fondo marino y volvieran marcha atrás proponiendo simultáneamente el conformismo y el cambio. Así se hizo, palabra del señor. Por toda la ciudad se veían gentes que volvían a su casa marcha atrás aún un poco ahogados y mojadas las ropas. El sol estaba saliendo y ya habías dejado de tocar. ¿Los restos de la dominación dónde estaban? Lo habías dejado todo cerrado, terminado, situada a cada hormiga en su lugar. Ya no había maquillaje. Tu compañero de ping-pong que se pasó toda la noche viendo la tele y navegando cayó en la cuenta de que desde ayer por la tarde no te había visto, se dirigió a la terraza donde te encontró mascullando y repitiendo: “¡Mí cometido esta hecho!!” - ¿De qué hablas? ¿Qué coño estabas haciendo toda la noche? La voz de Sergio rompió definitivamente mi estado de líder de masa y me reincorporé de manera rápida diciendo: - Nada, aquí, tranquilo ¿jugamos un partido de ping-pong? - Vale, voy a por las paletas, tú busca la pelota que estaba por el suelo ayer.
John Table.

6 abr 2009

PAN

Cada día las hojas amarillean más, el otoño avanza, las estrellas aumentan en el firmamento, donde la luna parece ahora una sombra de plata envuelta en gasas de oro. No hace frío aún, pero un silencio fresco fluido desciende con las noches. En el bosque todo adquiere carácter de vida, casi de pensamiento; dijérase que frutos maduros caen de las ramas… Y así llegamos a la fecha 23 de agosto, a las tres noches terribles de prueba. XXVI Primera noche de prueba… El sol se pone a las nueve, y una oscuridad mate, en la que apenas brillan algunos luceros, envuelve todo. Hasta las once no asoma la luna; entonces tomo mi escopeta y me interno en el bosque seguido de Esopo. Aunque no hiela, el frió me obliga a encender una hoguera, cuyas llamas brillan alegres. Estoy contento, como si por primera vez me encontrara en comunión con la grandeza del bosque; mis pulmones se ensanchan, mis pensamientos se engrandecen y una exaltación maravillosa crea en mí el deseo de brindar con todos los seres vivos por la augusta soledad de la noche, por la tinieblas propias que el murmullo soberano de Dios pase sobre los árboles, por la inefable y sencilla armonía del silencio, por el prodigio , insospechado de la hermosura de la hoja verde, jugosa de vida, y de la amarilla, muerta ya , que cruje en el sendero… Quisiera brindar por cuanto es signo de existencia en esta quietud estelar por el perro que olfatea y el rastro, por el insecto que zumba, por el gato montes elásticamente recogido en espera de que se pose el pajarillo, por esas lágrimas del mundo llamadas estrellas y luna, por la paz que después del tráfago del día envuelve al universo. Y anhelo es tan vivo que las palabras han completado la intención, y heme aquí en la actitud baquita de alzar la copa…
KNUT HAMSUN , del libro PAN.

2 abr 2009

¡Oficina Moscú brodel!

Muselina: http://www.youtube.com/watch?v=iYvAdCbCj2I.
Vea atentamente, gócelo… y después lea.

¡Oficina Moscú, broder!

Intensidad

  • Exacerbación: aumento de intensidad.

  • Exaltación: excitación muy intensa causada por un sentimiento positivo o negativo.

  • Exasperación: irritación muy intensa. «Poner a alguien muy enfadado o inquieto, haciéndole perder la paciencia o el aguante».

  • Excitación: aceleración de los procesos psíquicos; pérdida de control y objetividad.

Dentro de esta excitación —que también puede ser física— hay una gradación:

  • Enajenación: pérdida completa de control; locura.

  • Frenesí: exaltación violenta de una pasión, que se manifiesta en movimientos descompuestos.

  • Paroxismo: antes un término patológico; hoy, «exaltación violenta de una pasión».

Muy lejos de todo esto está el ansío exquisito de la antigua Rusia.
¿Quieres ver cómo puedo romperlo contigo rápido y veloz?

Un director de departamento, que en breve aplastará a su secretaria más por la frustración de una vida gris que por sus escasos errores, se acerca y le dice que en unos minutos debe estar en su despacho para mecanografiar el informe mensual.

Dentro, se escucha una queja de amor de un hombre que ya no sabe qué pensar. Es una queja brutal:

Por el presente documento, a día diecinueve de marzo de 1967, dejo constancia… Bla, bla, bla, coma, bla, bla, bla, punto. Svethana.

Puntos y comas que no eran del agrado de la secretaria; más tarde los cambiaría. El panoli de su jefe quizá no conocía las reglas de puntuación, y después —acero ruso— alguien podría pensar que la secretaria del señor Kogol era incapaz de poner un punto donde va y una coma donde corresponde.

—Señorita Svethana, acuda a mi despacho, por favor.
—Sí, señor director (¿Qué querrá este viejo ahora?).

Orden y limpieza por todas partes.

—He revisado el documento que pasó hace una hora y debo decirle que hay algo extraño.
—¿Quiere redactarlo de nuevo, señor? ¿Hacer algún cambio?
—No exactamente.
—Usted dirá, señor.
—Veo que ha corregido la musicalidad del texto, añadiendo y cambiando comas y puntos que yo jamás indiqué. ¿Es eso cierto?

Más orden por todas partes.

—No entiendo, señor.
—No me venga con bobadas. ¿No es verdad que este texto ha sido alterado con intención, en base a lo que salió de mi boca?

Frío fuera y estufas dentro.

—Bueno, señor… pensé que, quizá con las prisas, no se habían colocado bien. En mi segunda revisión los ajusté como aprendí, pero créame: lo hice por eficiencia.
—¡Se mofa usted de mí, morsa inmunda! Yo tengo un concepto sublime de la musicalidad de los textos, muy por encima de cualquier norma inocua de gramática. Si yo digo “aquí coma” y “allá nada”, usted transcribirá eso. Olvídese de enumeraciones, incisos, ampliaciones, vocativos y demás patrañas. Limítese a mi partitura oral.

Además, no es la primera vez que lo noto en estos dos últimos meses bajo mis órdenes.
—Le pido disculpas, señor, pero…
—Déjese de disculpas (putilla) y, desde ahora, ponga lo que yo digo o me veré obligado a prescindir de sus rusos servicios.
—Sí, señor Kogol. (Industria pesada.)
—A mi regreso de Moscú, espero que todo esté ordenado y terminado, siguiendo la presentación del sistema de hierro: maquinaria simple y dura.

En ese instante, la puerta se abrió de un portazo seco. La Oficina Moscú se llenó de gente caribeña. Ya sonaba un frenesí alegre y sudoroso: la clave marcaba el compás.

—¡Esa melodía, papi! —gritó alguien al fondo.

Los dos rusos se miraron atónitos, pero aceptando, de algún modo, aquel absurdo de tipo B.

El cantante vociferaba:
—¡Señoras y señores, vamos a gosal con la descarga sonara!

Los coros respondían: “u-ja, u-ja, u-ja… Vamos, Micaela, se votó, ay Micaela, ay, ay, ay, cuando baila…”.

Atrás quedó la maquinaria pesada y el orden soviético. Entró la maraca, el bugalú y la tremenda gozadera en la pequeña constelación de la Oficina Moscú.

—Señores, miren cómo esa rica mulatita mueve su… u-ja, u-ja, ay qué calor, qué ardor… miren cómo baila Micaela.

—¿Qué es esto, señorita? —preguntaba Kogol, disimulando que se lo estaba pasando bien mientras bailaba dulcemente al son de la música y dejaba su chaqueta en la silla.

Alguien le sirvió un vaso de ron que bebió de un trago. Agarró a la fría y guapa Svethana, que intentaba explicar —sin mucho empeño— que no sabía por qué ni quién había montado el guateque, y que tampoco entendía por qué hablaba así. Entre tanto, le picó el ojo al cubanito del fondo, vestido con una nota muy linda.

Seguía entrando gente: todos con la salsa en la sangre.
—¡Vamos todos juntos! ¡Candela! —gritó Kogol.

El descaro y el frenesí se apoderaron de Svethana. Llegó la rueda de casino. Un joven bien plantado sacó a bailar a una muchacha con un traje blanco erótico, de esos que dejan ver un cuerpo bello, bello de verdad, y no esos trajes guapos que esconden feos desnudos.

Siempre se dijo: “Qué cosa más linda un traje feo y basto sobre un bonito desnudo”. Y si se juntan traje bonito y cuerpo bonito, pues que se junten.

La fiesta seguía. Dentro del despacho, algunos ya tenían demasiado ron en la cabeza. Carlitos —dos metros—, el negro, repartía puros. La música vibraba: de la rueda salía un “dile que no”, un “adiós”, las parejas entraban y salían, mostrando sus mejores figuras. Una pareja saltó marcando pasos complicados: “adiós, hermana”, “un enchufe”, “la perita”… El baile siguió con gran despelote.

Un objeto caleidoscópico trajo de golpe un viento que borró hasta el último vestigio de la vaina, como en un videoclip. Dio paso a otra cosa y regresó la vida soviética.

Quedó apenas el ron en la boca del superintendente, una pizca de sudor en el cuerpo de Svethana… últimos rastros de algo. A las cinco, ambos partieron a sus hogares, como dictaba el comité. Callados, rumbo a la vida ordenada de las afueras.

Al día siguiente, Kogol entró con su maletín de cuero al despacho donde, hacía media hora, la joven secretaria —y sus pezones, que él no lograba olvidar— trabajaban.
—Buenos días, señor Kogol —dijo ella, creyendo ver una complicidad fugaz en su mirada.

¿Quizás por algo de ayer?, pensó. Pero no tenía la certeza ni el valor para preguntarlo.

Él la miró serio. Por un instante se relajó, sintiendo un buen recuerdo con ella. Una duda voló por su mente, pero enseguida volvió a su afán de vilipendio, golpeando con fuerza la mesa.

Le dejó la carta de despido. Sin palabra, se dirigió a la puerta. Antes de salir, se volvió:
—La nueva secretaria vendrá en quince minutos. Deje todo recogido, putilla, señorita… como se llame. Adiós y buenos días.

John Table

1 abr 2009

Caminar

Así como el ganso silvestre es más rápido y más bello que el doméstico, tambien lo es el pensamiento salvaje, pato real que vuela sobre los pantanos mientras cae el rocío. Un libro verdaderamente bueno es algo tan natural y tan inesperado e inexplicablemente bello y perfecto como una flor silvestre descubierta en las praderas del Oeste o en las junglas orientales. El genio es una luz que hace visible la oscuridad, como el resplandor del relámpago, que tal vez haga añicos el templo mismo de la sabiduría, no el de una vela encendida en el hogar de la raza que empalidece ante la luz del día ordinario.
-HENRY DAVID THOREAU-