<< Mañana será otro día >>…,
Que debe de ser hoy, ¿no?
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Los rayos de luz entraban en la
habitación con suma limpieza, provenientes de la reflexión en los altos
rascacielos de latón. El gran baluarte de luz que tanto les gustaba a los
milenaristas. Afuera unos vientos inmisericordes azotaban todo. El viento era amplificado por un sinfín de
megáfonos. –Bombardeo informativo en novísimos ruidos-. Las contadas ocasiones
en que no soplaba se reproducían cintas con el sonido del viento levantando
granos de arena en el desierto.
La
habitación pasado un tiempo se convirtió en su refugio más seguro. Los paseos
por los jardines del palacio pronto disminuyeron. Para llegar al
despacho, un largo pasillo con moqueta. Más abajo y más abajo aun, la vieja
mina convertida en túnel secreto. Pasadizos apuntalados esperando grandes
sucesos. El gran salón. En esta habitación hay muerte. 1880. Su mente
como una franja de costa; cretácica, árida. Su amplia frente un acantilado
enfrentado contra lo eterno y lo efímero.
Está
habitación por si sola es como una vieja abadía. A la vaciedad de las
descripciones minuciosas un salón cuya especialidad es la taxidermia.
-Terrinas vacías y platos sucios por los
suelos-
¿Cuál era la consigna?
Tierra Sepulcro Rabia
La imagen
de la habitación con su figura acostada en la cama como esperando. Repesando
esa imagen de sí mismo a cada instante. Proyectándose desde fuera. Viendo a un
joven tumbado en la cama con los brazos debajo de la cabeza mirando hacia el
techo. Viéndose.
De modo
que acostado en la cama como se encontraba ahora mismo, durmiendo. Se
contemplaba desde una esfera interna. Se pudo ver a sí mismo en el sueño
llegando a la vieja imagen de entender el cuerpo desde fuera. La proyección del
alma-cámara.
No te pronuncies aun. A su debido tiempo la corteza muda.
-
Dime si
esos ojos no poseen la diversidad, la amalgama entre lo que la selva es y lo
que subyace debajo de la corteza -
Aun abarco algo
dentro de mí en ellos. Será mejor correr la cortina para que no entre la luz.
He de estar a solas en la oscuridad.
-
Todas las
mujeres son llamadas Madres. Todos los
dictadores también- Inaprehensible.
Cuando
profiero en mi fuero interno: ¿A quién le gritas? ¿A quién? ¿A ellos, para te
oigan? ¿A ti mismo para situarte? ¿A quién cojones le estas gritando ahora
mismo? <<Él mismo lo dijo>>
Enfrentémonos con toda
la cháchara discursiva sobre el abrir la puerta para ver a la vieja tortuga
boca arriba, momento en el cual la bandeja de plata caerá al suelo
del gran salón. Cayendo de la sorpresa y el tormento, vertiendo con esta la
copa de vino que transportaba, desparramándose en la moqueta sin llegar a ser
nunca algo parecido a la sangre. Rápido desde la pena cabalgaremos hacía un
profuso odio. Odio al esfuerzo de la vieja tortuga de darse la vuelta. Odio, a
los pliegues del cuello de la tortuga y molestos con lo poco brillante de esos
tristes ojos. Habremos obtenido la fuerza para serrar su caparazón y quemar su
interior no sin antes bailar con el desnudo cuerpo.
Sujeta
la noticia con alfileres, vuelta a cabalgar. Pienso que no atendí a todo con
comprensión, a la versión esterlina que se pronuncia a favor de la integración
como el gran parámetro al que asirse a la realidad, desde el mismo parámetro desde
el que la volveremos destruir, arguyendo lo liquido de la realidad que nunca se
pronuncio a favor de ser amiga de nadie. La veremos irse. Bailaremos con ella
sabiendo de la atrofia simbólica de la nada, eso que no entendemos, que no
integramos y casi seguro que sin existir integración, profunda comprensión y empatía
más allá de lo simbólico lo situaremos como un código que vive en la mera representación, ajena en la base a nosotros; los comensales de aquel banquete que sólo
podemos imaginar. Los comensales de un banquete que sólo pueden imaginar su cena(…)Sabemos de su amorfo
sentido, de su glándula pineal, que le daremos forma y falso peso al código abierto
afirmando al mismo lo imposible de la nada, de su representación mientras nos
pegamos un tiro con la otra mano en el pie diciendo:
-He aquí, eso que nada es -
Nos tocamos la piel y es como si
fuera la corteza terrestre, decimos. Pura
fanfarria.
A la vaciedad de las descripciones
minuciosas donde la garganta se ahoga, saldré al paso. Hablare de lo soy, desde
mi pequeño cuarto, desde la premisa de un código cerrado como es la letra. Lleno
de agotamiento orgánico, capa a capa. Una capa de análisis, otra capa de sentir
y volver a revaluar mi alma-cámara, a amar tantas cosas desde cierta
integración y otras de la materia-detritus que produzco al intentar integrar lo
vivido. También de vivir muriendo o algo de esa puta mierda y como no, el fastuoso
poder del autoengaño. Otras capas de falsedad que produce plasmar lo sentido en
letra, pues a ratos se puede creer que atravesaran las otras capas para ir a un
tipo de lecho arenoso. Mis acciones
nunca serán justas, no quiero estar del lado de los que saben con certeza que
sus acciones son justas… ¡Sed justos os digo! Ahora me esfuerzo para que lo que
ahora me toca vivir se desprenda de toda aparente cabal idea de que tarde o
temprano eso que acontece me servirá para más adelante. Esa y otras
aniquiladoras ideas sobre un tipo de futuro matan la posibilidad de integrar,
de sentir por un momento el confuso ser en el que habita uno mismo y mis semejantes.
Ya lo sé, estamos sedientos y podridos
pero en parte porque se potencia en demasía la idea de que entendemos lo
que somos, desde el cual crece todo un universo “solido” de representaciones de la realidad y una vez que creemos obtenerla
estaremos en la fatal cadena que se nutre de lo que parece ser una representación
de lo que vemos, olvidando casi por completo esa aparente datación de… una de
tantas, para meternos en su flujo o mejor dicho ser absorbidos por este flujo
desde el que podremos recitar algo pero absorbidos por algo mucho mayor. Capa a capa dentro de la incrementación
del potencial, de un tipo de realidad donde nos obligaron a representarnos o
nos dejamos representar; <<La
represión es real y por lo tanto tenemos que partir desde está para dirigirnos
hacía la no represión. >>
No quiero
ser aplastado por lo orgánico. Deseo tener fuerzas para convivir con lo mental
y lo orgánico. Deseo tener fuerzas para pulir el peso excesivo de aquello que
lo ha cogido. Es mi caso.
Apoyamos este mundo diciendo que no lo hacemos. La discontinuidad, la
deformidad. Sígueme a mí y se palabrea a si misma dentro de mí, en el junta
palabras.
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