Vivimos en una época sin esperanza.
El hombre busca desesperadamente algo en qué creer
y acude a los nuevos gurús.
Ni aun el hombre inteligente, de gran conocimiento.
por desgracia, esta a salvo
de formas primitivas de espiritualidad.
La fe apasionada, fanática, en ideas y prohombres
(sean cualesquiera) es idolatría. Se debe
a la falta de equilibrio propio, de propio actividad, a la
falta de ser.
Lo mismo ocurre con el gran amor: se convierte en
idolatría cuando alguien cree que la posesión de otro
da respuesta a su vida, le presta seguridad
y se convierte en su dios.
El amor no idolátrico a una idea o a una persona
es sereno, no estridente;
es tranquilo y profundo;
nace a cada instante, pero no es delirio.
No es embriaguez,
ni lleva a la abnegación,
sino que nace de la superación del yo.
Erich Fromm
No hay comentarios:
Publicar un comentario