metaliteratura del desvío
Hablo constantemente de estructuras y esqueletos, de ballenas varadas cuya carne se pudre entre mis manos, y a través de esa imagen intento rozar la idea de la metaliteratura. Pienso en una oralidad que nace en las orillas, pero no de playas de arena, sino de playas hechas de virutas metálicas. Allí imagino un nuevo hormigón, casi una nueva religión.
Quiero señalar lo crucial que es cambiar palabras. Llevo años diciendo hormigón en lugar de religión, como si ese simple reemplazo pudiera operar una conversión material en mi pensamiento. Todavía no consigo desprenderme de esa idea: digo hormigón y, claro, tiendo a pensar en arquitecturas, en estructuras, en la lógica del espacio; pero también emerge el rastro de lo que fue sustituido. En mi mente se fusionan templos y altos hornos, culto y construcción. Cada vez que veo la mezcla caer desde la hormigonera para levantar un edificio, algo de esa materia líquida se derrama sobre mis viejas imágenes de lo divino- Sacrosanto . Mamá muerta y los niños hablando del paleolítico como si mi madre fuera solo huesos.
. Es como si asistiera al momento en que aquello de obrar a Dios se endurece, se fragua, se vuelve sólido.
MANIFIESTO
DEL HORMIGÓN–RELIGIÓN
(Ontología para
una fe que fragua)
I. Declaración
de origen
- La
hormigón–religión nace del acto simple y radical de cambiar una palabra
por otra.
- No
procede de credos antiguos ni de arquitecturas sagradas: surge del desplazamiento
léxico y del temblor que provoca.
- Allí
donde antes se decía religión, ahora se dice hormigón. Y el
mundo, obediente al lenguaje, cambia de forma.
II. Principio
de fraguado
- Toda
creencia es un vertido: cae húmeda sobre la mente, ocupa un vacío, y fragua.
- El
hormigón no es símbolo: es sustancia. La fe se vuelve material, la
idea se endurece, la metáfora se convierte en arquitectura.
- En el
hormigón–religión, el espíritu no asciende: se solidifica.
III. Ontología
del material
- El
hormigón no es puro ni noble. Es mezcla:
- grava
- agua
- arena
- cemento
Así también lo es toda creencia: una impureza organizada. - El
cemento ocupa el lugar que ocupó la divinidad: no crea mundos, los
sostiene.
- El
mallazo es nuestro exvoto. La fe tiene nervios de acero.
IV. De los
templos y los altos hornos
- La
hormigón–religión erige templos sin idea de eternidad, sólo de resistencia.
- El lugar
sagrado no es un monte; es un vacío donde la estructura todavía no se ha
decidido.
- Nuestras
catedrales son naves industriales: allí se escucha cómo la
trascendencia cura, cómo humea, cómo suelta vapor.
- La
liturgia consiste en observar cómo un encofrado toma forma.
V. Teología de
la grieta
- No hay
dogma sin fisura.
- La grieta
es revelación: no anuncia el derrumbe, sino la verdad del material.
- Quien
sigue la hormigón–religión aprende a leer las fracturas: allí habla la fe.
- La grieta
es una oración en idioma mineral.
VI. Bestiario
de obra y descomposición
- Las
termitas son profetas: conocen el interior, roen lo íntimo, desfondan lo
que parecía entero.
- Las
ballenas varadas son nuestras parábolas: cuerpos gigantes convertidos en esqueletos
de metal, donde la carne revela la estructura.
- La viruta
metálica de las playas es nuestro incienso: pequeñas astillas del mundo
que fue.
VII. Palabras
desplazadas, mundos desplazados
- La
hormigón–religión se expande por sustitución:
- dios →
cemento
- alma →
mezcla
- cruz →
mallazo
- salvación
→ carga estructural
- Todo
puede renombrarse. Todo puede re-fraguarse.
- En el
cambio de palabra ocurre el milagro: la realidad se reorganiza.
montaña simulada
VIII. Rito de
obra y demolición
- Creer es
construir; dudar es demoler. Ambas acciones son sagradas.
- No se
distingue entre templo y ruina: ambas son fases de ciclo.
- El
creyente no busca elevarse: busca sostenerse.
- La
hormigón–religión no promete eternidad, sino coherencia estructural
momentánea.
IX. Ética del
encofrado
- Todo ser
humano es un molde temporal.
fetichización del paisaje - Lo que
vertemos en él —memoria, culpa, deseo— cura con el tiempo.
- Cada vida
es una arquitectura improvisada, sometida a cargas inesperadas.
- La
responsabilidad es Modos de ver, revisar tus grietas y no negarlas.
X. Conclusión:
la fe que se endurece
- La
hormigón–religión no pretende la verdad; pretende el espesor.
- Creemos
en lo que sostiene, no en lo que promete.
masa pétrea - La
revelación final es simple:
somos estructuras que se piensan a sí mismas mientras fraguan cristal river.
